martes, 25 de septiembre de 2012

Los ‘chanchullos’ de José María Castellano en NCG Banco


No cabe duda de que en la crisis que asola el país, en general, y la banca, en particular, es necesaria la búsqueda de soluciones ‘imaginativas’ ante las dificultades y las exigencias de los mercados y de las autoridades regulatorias. Y uno de los actores más imaginativos del mercado está siendo NCG Banco con su presidente José María Castellano Ríos al frente.

Una de los escándalos descubiertos la semana pasada fue la utilización por NCG Banco de una única ficha bancaria, una única sociedad, un único CIF, con dos marcas comerciales distintas: NovaGalicia Banco en Galicia y Evo Banco en el resto de España. La utilización de dos marcas comerciales tiene un único objetivo que es la ocultación, por parte de los directivos del banco gallego, de la situación patrimonial real.

José María Castellano Ríos, presidente de NCG Banco.No sólo va necesitar fondos europeos adicionales a los ya recibidos –que en total pueden ascender a 12.000 millones de euros–, sino que, además, 73.000 clientes han sido engañados mediante la venta de productos inadecuados para ellos como son las participaciones preferentes y la deuda subordinada.

José María Castellano fue nombrado presidente de NCG Banco, entidad que heredaba la actividad bancaria de las antiguas cajas gallegas, Caixanova y Caixa Galicia, con una promesa que hasta ahora ha sido fallida: la entrada de inversores privados que garantizasen la ‘galleguidad’ de la nueva entidad. En concreto, Castellano prometió que varios empresarios gallegos cubrirían una ampliación de capital por 1.000 millones de euros.

Miguel Ángel Fernández Ordóñez, ex gobernador del Banco de España. El resultado no ha podido ser más pobre: 67 millones invertidos por 17 empresarios gallegos. Poco más de un 2,5% del capital total, es decir, en teoría, cuatro millones por cabeza. El proceso de entrada de estos inversores no ha podido ser más opaco, ya que se desconoce quién ha invertido, cuándo han invertido y, sobre todo, a cambio de qué lo han hecho. Porque, evidentemente, no lo han hecho a cambio de un gran negocio, puesto que la entrada de nuevos capitales públicos supondrá, sin duda, una reducción de capital con pérdida de los fondos aportados por los nuevos inversores. O al menos, eso debería ocurrir.

Un acuerdo poco transparente

El proceso es tan poco transparente como la entrada de unos de los nuevos socios en el capital de NCG Banco: el empresario Manuel Añon, dueño de Hierros Añon.

La historia es preocupante por lo que supone de engaño a los distintos estamentos afectados por la situación de la entidad gallega, que sobrepasa nuestras fronteras y alcanza a las instituciones europeas. Un engaño a gran escala, que constituye, posiblemente, una de las herencias envenenadas y ocultas de Miguel Ángel Fernández Ordóñez (el ínclito MAFO).

La historia, no por publicada, deja de tener su cierto morbo: Hierros Añon era el único accionista privado desde la época de Caixa Galicia, de laCorporación industrial de Nova Caixa Galicia, con un 5,57%. Según distintas fuentes, Castellano consiguió el permiso del Banco de España para llegar a un acuerdo extrajudicial con Hierros Añon por el cual, él compraba su participación del 5,57% de la Corporación a cambio de 75 millones de euros: 50 millones en efectivo y... 25 millones en acciones de NCG Banco, que representan un 1% del capital.

Para firmar el acuerdo se firmó un pacto de confidencialidad que establece una fuerte multa a la parte que hiciese público el acuerdo. ¿Por qué ocultarlo cuando se trataba de una entidad pública e intervenida?

Aunque los datos y el resultado de la negociación no se han hecho públicos, se sabe que la negociación final la llevó directamente MAFO y que las incertidumbres alrededor de la negociación no es que sean muchas, es que son muchísimas, y se producirá un gran escándalo cuando se conozcan.

Un acuerdo así supone que la entrada de nuevos capitales privados en NCG Banco, de producirse, se hecho con menos fondos de los anunciados; es decir, no han entrado al menos 25 millones de los 67 anunciado, sino en todo caso, sólo 42.

Esta operación hace pensar si no se habrán producido nuevas compensaciones con antiguos líos de las cajas gallegas y, lo que sería peor, si la entrada de nuevos fondos no se habrá realizado con créditos bancarios con garantía de las nuevas acciones.

Uno de los empresarios de los que se habló públicamente que podrían haber entrado en el capital fue Manolo Jove, al que recientemente hemos visto en una demanda contra él interpuesta por Martinsa Fadesa, y que contó con el propio José María Castellano como testigo a favor del denunciado, a pesar de que la declaración del presidente de NCG fue claramente perjudicial para los intereses de la entidad gallega, como ya hemos contado la semana pasada.

La opacidad en esta entrada de nuevos capitales es tal que, junto al comportamiento de los actuales directivos de la entidad, Castellano y González Bueno, hace pensar que la viabilidad de la entidad es más que complicada, ya que no debemos olvidar que tiene un ‘agujero’ patrimonial del 22% de su balance y unas pérdidas en el primer semestre de 1.400 millones.
La ocultación de esta situación con el lanzamiento de la marca comercial Evo Banco con el beneplácito del FROB y del Banco de España empieza a extender las responsabilidades políticas, económicas e incluso penales a más gente de la deseada.

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