El Consejo de Ministros ha aprobado este viernes el anteproyecto de Ley de Mejora de la Calidad de la Educación en el que, entre otros muchos aspectos, destaca la práctica eliminación del polémico conjunto de asignaturas que conformaban Educación para la Ciudadanía. A partir del próximo curso se llamará Educación Cívica y Constitucional, se impartirá sólo en 2º de la ESO y los contenidos no tendrán nada que ver con los temarios adoctrinadores que tanta disputa han generado.
Para el presidente de Profesionales por la Ética, Jaime Urcelay, “se trata de una gran noticia y del fin de una batalla que dura ya seis años”. Sobre la nueva asignatura cree que “es pronto para valorarla” porque no se conoce todavía su contenido, pero entiende que “lógicamente, si se trata de conocer nuestro sistema político y jurídico, el ordenamiento legal y el funcionamiento de las instituciones sin pretensiones adoctrinadoras ni afán por modelar las conciencias de los alumnos” no tendrán “nada que objetar”.
¿Qué pasa ahora con los objetores?
La cuestión que queda ahora pendiente es qué va a pasar con todos esos alumnos que tienen la asignatura suspensa y a los que, en muchos casos, como se asegura desde Profesionales por la Ética, “se ha marginado, menospreciado y obligado a repetir curso por haber objetado a esta polémica materia escolar”.
La cuestión que queda ahora pendiente es qué va a pasar con todos esos alumnos que tienen la asignatura suspensa y a los que, en muchos casos, como se asegura desde Profesionales por la Ética, “se ha marginado, menospreciado y obligado a repetir curso por haber objetado a esta polémica materia escolar”.
Fuentes del Ministerio de Educación han explicado a EL IMPARCIAL que “todavía no hay pensado nada” al respecto, pero que sin duda es una cuestión que habrá que abordar llegado el momento. Desde Profesionales por la Ética, por su parte, se aboga por “una exención académica”, es decir, “una figura que no perjudique en el global del expediente y que el alumno no se vea perjudicado por haber objetado a una asignatura que ya no existe”.
Para Urcelay, lo que ha pasado con todos los alumnos objetores “es un problema que no puede quedar sin respuesta; su sacrificio ha sido por la libertad de todos y no merecen un castigo en su curriculum sino un reconocimiento social"
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