Estimado Ministro:
creo, sinceramente, que le están metiendo un gol. Un gol que puede significar perder el difícil partido por la libertad de educación. Me refiero, claro está, a su propuesta de real decreto para modificar la actual Educación para la Ciudadanía.
Lo he estudiado con atención y, sinceramente, me ha decepcionado de principio a fin. Su lectura evidencia que se han realizado algunas modificaciones cosméticas en sus contenidos pero se ha seguido la plantilla de la asignatura impuesta por el PSOE dejando intactas las líneas maestras que propician el adoctrinamiento, sea este de uno u otro signo. El trabajo parece una labor de copy-paste poco reflexiva y, desde luego, poco coherente con el confesado objetivo de extirpar el adoctrinamiento ideológico de las aulas. Si no quiero caer en calificarla de propuesta igualmente adoctrinadora, tengo que calificarla de incoherente y chapucera.
Pero vamos por partes procurando ilustrar mis afirmaciones con ejemplos.
I. La justificación de la asignatura en el entorno europeo
Un principio educativo básico es que toda asignatura debe obedecer a una necesidad formativa del alumnado. En el caso de Educación para la Ciudadanía es costumbre citar una recomendación del Consejo de Europa que insta a los países miembros a procurar entre sus ciudadanos un comportamiento democrático más activo. Las malas lenguas dicen que, alarmados por el constante descenso del interés y la participación electoral, las instituciones europeas temen por su futuro.
En cualquier caso, conviene recordar que la
recomendación ni se dirige únicamente a los escolares, ni propone como modelo a seguir el establecimiento de una asignatura. Los países europeos han acogido esta recomendación estableciendo diversas fórmulas: desde asignaturas específicas a formatos transversales y, lo que es más importante, limitadas a la
explicación de las instituciones democráticas y la estimulación de la
participación ciudadana. No se trata, en ningún caso, de adentrarse en los ámbitos de la antropología o la moral, cosa que si hizo la propuesta española basada en un borrador de la Cátedra de Laicidad de la Universidad Carlos III y la Fundación CIVES, de conocida raigambre masónica. Un estudio comparativo de la aplicación de la mencionada recomendación puede encontrarse en el ensayo Victoria Llopis:
Spain is different Educación para la Ciudadanía en Europa.
Como señala la autora del estudio, realizado con anterioridad a la impartición efectiva de la asignatura,
El problema en España ha venido cuando el Gobierno no se ha limitado a seguir las recomendaciones del Consejo de Europa en esta materia, sino que ha diseñado una asignatura cargada de ideología que tiene la pretensión explícita de “formar la conciencia moral de los alumnos”. Por eso ha generado esta alarma social.
Lejos de ser una simple enseñanza del ordenamiento constitucional, de las instituciones democráticas, de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, etc., existen evidencias –cada vez mayores– de que se va a convertir en un instrumento de manipulación ideológica por parte del Estado, y que utilizando como coartada la denominación homónima con Europa, se busca en realidad uniformizar a la sociedad en torno a la ideología dominante.
Al reconocer en su pretensión que pretende formar la conciencia moral de los niños y jóvenes desborda las recomendaciones del Consejo de Europa yusurpa una responsabilidad y un derecho fundamental de los padres, poniendo además en riesgo la existencia misma de la libertad y pluralidad ideológica.
(…)
Y en cuanto a horas lectivas y obligatoriedad, ya hemos visto que la diferencia cobra dimensiones siderales: somos el único país de los treinta y uno analizados en el que Educación para la Ciudadanía es materia independiente, obligatoria y evaluable simultáneamente en los tres niveles de la enseñanza (Primaria, Secundaria y Bachillerato), y sumando un total de nada menos que190 horas lectivas.
Si el relativismo que rezuma el currículum español lo ahoga todo y no se es capaz de dar razón de lo que debe enseñarse, ¿qué educación cabe esperar que resulte? La enseñanza para la ciudadanía así planteada acaba siendo un mero contagio emotivo ante ciertos supuestos “valores democráticos” que se imponen como verdades oficiales, pero de los que nadie podrá dar cuenta juiciosamente sin empezar a hacer aguas a los dos minutos de su discurso. Por eso reconforta leer en el currículum de la República de Irlanda que el objetivo de su sistema educativo es “entender la importancia de buscar la verdad”.
Pues en honor a la verdad ha sido escrita esta serie, porque hablando de Educación para la Ciudadanía en versión española, la apelación a Europa no es más que una coartada.
Sin querer agotar el tema, debería replantearse la fórmula para informar a los ciudadanos de las instituciones y prácticas democráticas promoviendo su participación. ¿Es necesaria una asignatura o pueden distribuirse estos conocimientos transversalmente en asignaturas tales como Conocimiento del medio, Historia, etc.? Lo que, de cualquier forma queda fuera de lugar en esta materia es todo intento de formar conciencias: ni corresponde hacerlo al Estado ni es democrática la igualación de la legítima diversidad ideológica sobre la que se asienta la democracia. Resulta así paradójico que la Educación para la Ciudadanía española valore la diversidad como un hecho positivo al tiempo que unifica el pensamiento de los alumnos. Una igualación en la que reconocerá su origen socialista propio de la LOGSE.
II. La justificación de la asignatura en la propuesta del real decreto
El habitual preámbulo que recoge la exposición de motivos para proponer la asignatura sigue dando por supuesta su justificación en la citada recomendación europea, sustituyendo en su exposición algunos principios por otros, pero sin un enfoque coherente con la pretendida libertad de educación.
Así, se expone que
La tarea de educar en democracia debe hacerse de un modo compartido y no excluyente entre la familia, las instituciones públicas, los centros educativos y la misma sociedad.
sin entrar a determinar la articulación de la comunidad educativa con sus indispensables derechos, obligaciones, prelaciones y subsidiariedades. La imagen de latribu educadora puede resultar sugestiva, pero también caldo de cultivo de la dejación de responsabilidades o de la expropiación de estas. Esta expresión parece fruto del espíritu hippie de los ’70.
Junto a esta comunitarización de la educación tiene la propuesta la virtud de invocar a la libertad de conciencia como límite para la acción educativa:
corresponde a los propios ciudadanos en el ejercicio de su libertad, a sus familias cuando sean menores, a los centros docentes en el ejercicio de la autonomía prevista por la ley y a los profesores en el ejercicio de la libertad docente que el marco legal les confiere, precisar los valores, aspectos y procedimientos didácticos que juzguen más convenientes para cada caso,teniendo siempre presente el derecho fundamental de libertad de conciencia individual que nuestra normativa reconoce.
De vuelta otra vez al constructivismo logsiano se concede que
En el último ciclo de la Educación Primaria, momento en el que se introduce el área, los niños están en condiciones de iniciarse en la participación democrática activa en el centro docente
¿De verdad piensa el Ministro de Educación que un centro docente es el ámbito propio para ejercer la participación democrática de los alumnos de primaria? ¿Es que el gobierno democrático es el único o el más apropiado para cualquier institución como es el caso de los centros docentes?
III. Los contenidos de Educación para la Ciudadanía en primaria
El primer bloque de los contenidos de primaria resulta tan calco del curriculum socialista como fuera de lugar en una materia que aborde las instituciones y la participación democrática. Se trata de un bloque consagrado a establecer una antropología y su consiguiente código moral:
El Individuo y las relaciones interpersonales y sociales, trata de la libertad de las personas, su autonomía, la asunción de responsabilidades, identidad y condición moral (…).
Estará usted conmigo que la libertad, la autonomía, la identidad o la condición moral no solo no son materia legislativa, sino que conllevan una inseparable carga moral que conculca el derecho y el deber de los padres a impartirla. Coincide con el expreso objetivo de la asignatura socialista de pretender “reconstruir críticamente la conciencia moral del alumno”. No le digo más.
El segundo de los tres bloque también aborda cuestiones que, lejos de referirse a las instituciones democráticas, son susceptibles de enfoques diversos que no deben ser prefigurados en las mentes de los alumnos por manuales o profesores contra el criterio de sus padres:
El bloque 2, La vida en comunidad, trata de la convivencia, de los valores cívicos en que se fundamenta la sociedad democrática (respeto, tolerancia, solidaridad, justicia, igualdad, ayuda mutua, cooperación). Se pretende también que el alumno comprenda el valor de la vida humana, la especificidad social y moral del ser humano que impide su tratamiento como un mero objeto.
Tomando como ejemplo el objetivo de que “el alumno comprenda el valor de la vida humana” ¿piensan de igual modo las personas pro-vida que las partidarias del aborto? ¿Es labor del profesor de turno formarles en temas tan delicados como amparados por la citada libertad de conciencia?
¿Entienden del mismo modo “la especificidad social y moral del ser humano” una persona creyente que una agnóstica? ¿Una materialista que otra con una visión trascendente? ¿Un budista que un musulmán? Es evidente que este bloque también aborda temas de indudable cariz moral y, sobre todo, inútiles para instruir en las instituciones y comportamientos democráticos que es, al fin y a la postre, el objeto de la asignatura.
El tercer y último bloque se aproxima, finalmente, al declarado objeto de la asignatura: el conocimiento de las instituciones:
Vivir en sociedad, propone el conocimiento de las normas y principios de convivencia establecidos por la Constitución, una información sobre los servicios públicos y bienes comunes, así como las obligaciones de las administraciones públicas y de los ciudadanos en su mantenimiento. Algunos de los servicios públicos y de los bienes comunes reciben un tratamiento específico adecuado a la edad de este alumnado, es el caso de los servicios educativos y sanitarios, la protección civil, la seguridad, la defensa y la educación vial.
Si estos son los contenidos propios de una asignatura sobre instituciones y organización de nuestra sociedad ¿a qué vienen, sino a prestarse al adoctrinamiento, los dos primeros bloques?
En cuanto a la CONTRIBUCIÓN de la asignatura a las áreas determinadas por la LOGSE, vuelve a incurrirse en una serie de objetivos que, además de sobrar, se adentran en temas socialmente controvertidos:
el área pretende el desarrollo de niños como personas dignas e íntegras, lo que exige reforzar la autonomía, la autoestima, el afán de superación, y favorecer el espíritu crítico para ayudar a la construcción de proyectos personales de vida
incluye contenidos específicos relativos a la convivencia, la participación, al conocimiento de la diversidad y de las situaciones de discriminación e injusticia
entrena en el diálogo y el debate, en la participación, en la aproximación respetuosa a las diferencias sociales, culturales y económicas y en la valoración crítica de estas diferencias así como de las ideas
IV. Los objetivos de Educación para la Ciudadanía en primaria
Varios de los objetivos entran, una vez más, en el ámbito del desarrollo como persona, que conlleva evidentes aspectos morales:
1. Desarrollar el autoconocimiento, el afán de superación y la autonomía personal.
2. Capacitar al alumno para que pueda actuar libremente en las relaciones sociales con actitudes generosas y constructivas.
En algunos casos se llega al absurdo:
5. Mostrar respeto por las costumbres y modos de vida de personas y poblaciones distintas a la propia, que sean conformes con la Constitución Española y las Declaraciones internacionales de protección de los Derechos Humanos, reconociendo sus valores enriquecedores para la convivencia.
Es decir, que quienes no viven acordes a la constitución española -como los chinos …o los franceses- ¿no son dignos de respeto? Este objetivo, realmente, ¿valora la diversidad o es la perfecta excusa para la xenofobia?
7. Identificar y rechazar situaciones de injusticia y de discriminación, mostrar sensibilidad por las necesidades de las personas y grupos más desfavorecidos y desarrollar comportamientos solidarios y contrarios a la violencia.
De nuevo se entra en valoraciones morales ¿a todos los ciudadanos nos tiene que parecer igualmente injustas o discriminatorias las mismas situaciones? Otra vez los alumnos a merced del manual o profesor que configure su juicio moral sobre diversas situaciones.
10. Educar en salud integral, conocer las habilidades y valores necesarios para actuar positivamente respecto a la salud.
¿Qué significado real tiene la expresión “salud integral”? Bajo esta denominación caben, como un guante, las llamadas “estrategias de salud sexual y reproductiva” que están llenando las aulas de activistas LGTB promoviendo talleres sexuales que, por supuesto, entran en valoraciones morales y propician conductas y prácticas muy lejanas a la educación ideológica y moral que están tratando de impartir legítimamente muchos padres. Un caballo de Troya para el pansexualismo LGTB.
V. Los criterios de evaluación en la Educación para la Ciudadanía de primaria
Uno de las más claras consecuencias del carácter adoctrinador de una asignatura es que no se limita a evaluar conocimientos, sino que pretende que el alumno asuma como propios los principios y criterios propuestos en ella y se comporte acorde a estos. Se trata, pues, de una remodelación de su estructura ética unido a unamodificación de su comportamiento.
1. Mostrar respeto por las diferencias y por las características personales propias y de los demás, valorar las consecuencias de las propias acciones y responsabilizarse de las mismas.
La valoración de las consecuencias de las acciones y su consiguiente responsabilidad es, obviamente, una actividad moral y, por ende, personal. Este criterio de evaluación puede, además, entrar en conflicto con el derecho a la intimidad que protege la obligación de exponer creencias, emociones u opciones ideológicas.
5. Reconocer y rechazar situaciones de discriminación, marginación e injusticia, e identificar los factores sociales, económicos, de origen, de género o de cualquier otro tipo que las provocan.
Una vez más, se pretende evaluar -e, inevitablemente, propiciar- juicios morales sobre los que cabe una legítima disparidad en su gradación. Como antes he señalado, no todo el mundo juzga -ni tiene por qué hacerlo- del mismo modo situaciones similares. Una situación puede valorarse como injusta por algunas personas mientras otras la consideran justa.
Por cierto, Ministro, me permitirá que le advierta que la inclusión, entre los factores de injusticia, discriminación o marginación del factor “genero” es una inclusión ideológica puesto que el concepto de género -a diferencia del concepto de sexo- es propio de una determinada ideología que es tan legítima como discutible y rechazable.
VI. Conclusión
Si ha tenido la paciencia de leer hasta este punto, no creo necesario realizar este análisis en las asignaturas de ESO, dado que adolecen de los mismos defectos. A la vista del análisis no puedo menos que reiterar que la prometida desideologización de Educación para la Ciudadanía no es posible con esta propuesta.
A mi juicio, estas enmiendas no pasan de ser un ejemplo de ingenua buena voluntad. Un lavado de cara que no ha entrado en los pilares que propician la manipulación ideológica de manuales y profesores. Para que Educación para la Ciudadanía no sea adoctrinadora no basta con modificar contenidos o limar términos: es preciso eliminar cualquier objetivo o criterio de evaluación que posibilite el ejercicio del establecimiento de una determinada moral, por muy compartida que sea, en perjuicio de un sano pluralismo y libertad de conciencia.
El concepto de Estado moralizador conduce al totalitarismo. Deje la formación moral en manos de los padres, como hasta ahora, y ocúpese el Estado de legislar para favorecer la libertad de los ciudadanos. Queremos -necesitamos- más sociedad civil y menos Estado.
Ministro, amortizadas las inevitables críticas de la izquierda liberticida, no nos defraude al resto de españoles. No podemos permitirnos por más tiempo una educación ideologizada.
Reciba un cordial saludo,