jueves, 26 de abril de 2012

Tiempo de valientes


Hay una brecha abierta entre lo que somos y lo que nos gustaría ser. La generosidad, la paciencia, el buen humor..., son quizá menos frecuentes en nuestras vidas de lo que deseamos. Aspiramos a ser la alegría de la casa... Y de pronto, ¡chas!, surge un disgusto no registrado por nuestra BlackBerry mental. ¡Pero si hoy me había propuesto ser amable y comprensivo! Ya, pero es que –por raro que parezca– los planes no siempre salen bien.

Cada familia libra sus batallas. Los padres son distintos. Los hijos son distintos. Los abuelos son distintos. Cada cual tiene que potenciar sus virtudes y limar sus defectos, para hacer más agradable la vida familiar a los demás. Y es cierto que, a veces, dan ganas de decir: “Seguid sin mí, muchachos. Que yo no puedo más. Que tiro la toalla. Que continúe con esto Rambo, Bourne o Pipi Calzaslargas”.

Límites, límites y más límites. Es la cantinela de la vida. ¿Y qué vamos a hacer? Pues recurrir a la épica. La forja de unos forja a los que vienen detrás. Sin esfuerzo, no hay familia. Importa, sobre todo, la capacidad de lucha a medida. El hermano ordenadito puede ser más tolerante con la hermana soñadora (existen). Y ésta, a su vez, puede tomar contacto de vez en cuando con el Planeta Tierra y recoger mejor el cuarto... Todos a una, codo a codo, cada cual en su frente de batalla.
Juan Meseguer/TeInteresa

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