24 Mayo 2011, 14:59
Pablo M. Díez | Pekin
Las plantaciones de sandías y melones de Danyang, en la provincia oriental de Jiangsu, son un auténtico campo de minas. No porque allí haya enterradas bombas de la guerra contra los japoneses, sino porque sus sandías están misteriosamente estallando en pedazos durante los últimos días.
De momento, hay 20 agricultores que han perdido unas 45 hectáreas de cultivos, ya que la fruta se ha abierto derramando su interior y no puede ser comercializada. Al principio, los campesinos asistieron atónitos al extraño espectáculo de ver cómo una sandía se reventaba en varios trozos sin ningún motivo aparente, pero un programa de investigación de la cadena estatal CCTV ha encontrado la explicación.
Al parecer, los agricultores han abusado de un fertilizante para acelerar el crecimiento de los cultivos y su tamaño. Dicho producto químico, que contiene una sustancia denominada "forchlorfenuron", no está prohibido en China y también se permite en Estados Unidos para plantar uvas y kiwis, pero parece que a los granjeros de Danyang se les ha ido la mano con las dosis de pesticidas.
Además, el profesor Wang Liangju, de la Facultad de Horticultura en la Universidad Agrícola de Nanjing, explicó a la agencia AP que el fertilizante había sido usado demasiado tarde en la época de siembra y que las recientes lluvias habían aumentado los riesgos de que los melones se partieran por la mitad. "Si se hubiera empleado sobre una fruta muy joven, no habría habido problema porque es un producto efectivo y seguro, pero ha coincidido que se ha aplicado sobre una variedad muy fina que se conoce como la sandía explosiva por su facilidad para romperse", señaló el profesor Wang, que está investigando el caso.
"El 7 de mayo conté cien sandías abiertas", se quejó en la televisión el agricultor Liu Mingsuo, quien ha perdido tres hectáreas de cultivos. En el último año, la siembra de esta fruta se ha multiplicado por el aumento de los precios, que ha atraído a numerosos campesinos impacientes por sacar una buena tajada como Liu. Cegados por la promesa de pingües beneficios, no solo han abusado de los fertilizantes que aceleran el crecimiento de los productos plantados, sino que además les confieren unas características impropias de las sandías, como pepitas blancas en lugar de negras.
Aunque un tanto surrealista, este extraño episodio ha vuelto a poner en tela de juicio la salud alimentaria en China, donde con frecuencia afloran escándalos como el de la leche para bebés adulterada, las medicinas falsificadas, los juguetes peligrosos y los pesticidas tóxicos. En marzo del año pasado, la Policía descubrió que unas judías extra grandes habían sido tratadas con un fertilizante prohibido y destruyó 3,5 toneladas. Tras los últimos escándalos, los medios chinos, por lo general controlados por la censura del régimen, se han lanzado a denunciar las irregularidades para prevenir la salud de los consumidores, cada vez más escépticos con la calidad de los alimentos.
Los campesinos de Danyang pensaban ganar una fortuna con sus supersandías, pero al final han acabado dándoselas a los cerdos. ¿Explotarán éstos también o quienes coman sus filetes?
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