Inauguraba su exposición de óleos un buen amigo de la infancia en el número 70 de la calle Larga del Puerto Santa María, así que allá fuimos acompañándolo y haciendo vida social con gentes conocida. La exposición la hizo en un buen bar, “Larga 70”, que forma parte de un bonito edificio típico de la época de las Casas de Contratación con las Indias.
Terminado el evento, pedimos que nos enseñaran el patio del edificio, una maravilla, la verdad. Así que el vigilante se nos ofreció solícito a hacer de cicerone. El típico gaditano serio, - oiga, que también los hay -,no todos son graciosos y picantes como cree el personal en eso se simplificar poniendo fáciles etiquetas generalistas.
- Pos mirusté, yo soy un ignorante al cubo, decía. Esto ahora son apartamentos de alquiler, por días o semanas y tengo ahora unos franchutes, unas niñas de Valladolí y unos ingleses malajes. Y es curioso que las niñas se desnudan para salir a la calle y vuelven a las seis de la madrugá pa vestirse y acostarse. Yo no entiendo ná, señó.
Esta casa fue de D. Blas de Lezo (El mediohombre), aquí lo dice la placa, ese que le dio candela a los ingleses y no como el cobarde del franchuete Bielneuve que no supo hacerle frente al Nelson en Trafalgar. – No salía de mi asombro al comprobar la placa que hacía referencia a Blas de Lezo y menos, al escuchar al vigilante dar una lección de historia a los presentes.
Ahora la gente no tiene ni idea de ná, me decía, solo viven pa enseñá ombligo y ponerse tibios de arcol. Además es que ni preguntan. Solo dicen, ¡uy, que patio más bonito! y listo. Son tos unos idnorantes que no saben por dónde pisan. – A Churruca les enviaba yo a ponerlos firmes.-
Ya pasaba de la una de la madrugada y mi fascinación iba in crescendo. ¿Este es el vigilante?, este hombre que ganas unas perras para poder mantenerse. Un ignorante al cubo, tal como se definía, y le daba vueltas en conocimientos e interés por sus raíces a cuantos dormían la mona en la más absoluta de las ignorancias y de la chabacanería, que no es otra cosa de la necedad orgullosa de si misma.
En frases cortas, pero lapidarias, nos hizo un retrato de la situación sociopolítica del país, llena de sabiduría y sensatez. Y remataba la cuestión; - no es que sea mala gente, es que los pobres no dan para más, sabusté.
Mi amigo, “prejubilado de Delphy” gracias a Zapatero y la Junta de Andalucía, abría los ojos como platos ante el saber del vigilante y me decía al oído, a este lo ponía yo de presidente, seguro que no haría las estupideces a las que nos tienen sometidos.
Tras dejar a nuestro cicerone, no sin pesar por mi parte, dimos un buen paseo por el puerto y sus alrededores. Todo lleno, casi no se podía ni andar y la noche solo había comenzado. Yo de decía, ¿no es aquí donde el índice de paro el mayor de Europa?. Por favor, explícamelo, yo, como el vigilante, tampoco entendía nada.
Y es que Cádiz es algo especial, sorprendente, desconcertante y milagroso. No vi inmigrantes, ni pobres por las calles, ni bares vacíos, ni gitanos, ni moros, ni sudacas. Cada rincón es un descubrimiento y lo mismo tomas unas copas en casa de Blas de Lezo, como que andas en la playa por las ruinas de Baelo Claudia. Y es que, señores, son más de 3000 años de historia. La población más antigua del occidente. ¡Ahí es ná!
No hay comentarios:
Publicar un comentario