viernes, 9 de noviembre de 2012

De arenas y lodos, por Antonio Valdivia


A veces resulta difícil resumir en unos párrafos la cantidad de sentimientos que afloran ante la muerte injustificada y estúpida, máxime cuando ésta se ceba en unas vidas jóvenes. La misma muerte en si nos causa asombro por muy esperada que sea y nos pone frente a lo que somos, lo cual descoloca bastante toda la estructura diaria.
No es este el caso, no se trata de un accidente fortuito, de una enfermedad incurable, del peso de los años. No, hablamos de cuatro chicas jóvenes, en el inicio de sus proyectos de vida, en lo mejor de la existencia. Muertes de las que al parecer no existen responsables morales, menos aún políticos (éstos jamás son responsables de nada), o de empresarios corruptos.
La diversión, tan lícita y justificada como compensación del esfuerzo y el trabajo, es hoy una fuente más de los depravados mercantilistas, que con el silencio cómplice de muchos, es motivo de cientos de corruptelas y enriquecimiento fácil para esta gentuza inmoral.
Así que transidos de dolor, hemos de aguantar la insultante cara dura de políticos justificándose a si mismos, de “empresarios” de la noche lucrándose en connivencia con políticos, funcionarios y policía que hacen la “vista gorda” al constante trapicheo de drogas y alcohol en los alrededores de las instalaciones donde se celebre cualquier concentración.
Y unos por ambición desmedida e irresponsable, otros por mirar hacia otro lado, hoy asistimos a la pérdida de cuatro vidas jóvenes que solamente deseaban pasar un buen rato.
Podríamos hablar de otros muchos aspectos, como el dar aliento a este tipo de eventos, el celebrar de manera inadecuada una fiesta sin tradición en nuestro país, o simplemente si la educación que damos a nuestros hijos es la apropiada o, al igual que los políticos, miramos a otro lado antes de hacer frente a una ola de permisividad.
La realidad no la cambiamos, pero debemos de asumir la cuota de responsabilidad que en ella tenemos y de la que formamos parte. Alentar los valores del deber, la disciplina, el orden, las virtudes, no está reñido con la diversión y el descanso. Pero es que hemos pasado de un extremo al otro sin solución de continuidad. O crudo, o quemado. Y así nos desayunamos con estos grandes disjustos.
Para aquellos padres con hijos jóvenes, sean chicos o chica, leí hace unos años un libro muy aconsejable y hacía especial énfasis en estos aspectos de la educación. Ya su título nos dice mucho: “Padres fuertes, hijas felices”. Diez secretos que todo padre debería conocer. La autora Meg Meeker, experta pediatra y consejera familiar, nos ayuda a comprender y poner práctica costumbres que nuestra sociedad tiene olvidadas y que nos facilitarían mucho no llevarnos sustos con nuestros jóvenes.
Hoy he visto a la alcaldesa de Madrid y he tenido que apagar la televisión, ha sido algo patético y bochornoso. Es del todo inaceptable que personas de esa talla moral e intelectual nos gobierne y decida por nosotros los lugares que reúnen o no las características de seguridad para que nuestros jóvenes estén a buen recaudo y protegidos.
Esta clase política mediocre, como la sociedad que han alentado, cómplice del pelotazo y del todo vale, como los empresarios a los que alimentan, no merecen piedad, no merecen la vida, que por sus egoísmos e inmoralidad, han perdido estas niñas.
Mi más sentido pésame a sus padres familiares y amigos.

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