miércoles, 23 de mayo de 2012

La política basura de la camiseta verde y el lema de la calidad de la enseñanza

23 MAYO 2012

Tengo todavía algún amigo al que no le da vergüenza decir que votó a Rubalcaba porque su buen corazón de izquierdas así se lo aconsejó, porque solidario con los pobres, los proletarios, esa era la única papeleta válida para las auténticas personas buenas.  Así me lo cuenta en la calle Cervantes mientras pasan cientos de personas camino de la Cibeles, aderezados con la camiseta verde de los huelguistas por la educación pública. Se van a manifestar y mi amigo con ellos. En un momento de la conversación los señala con cariño y dice: – “Mira Manuel, todos son gente buena y solidaria que lucha contra los mercados, los banqueros, la injusticia y el fascismo que representa el Partido Popular”-.
Pero a mi las palabras de mi amigo  no me dan otras cosa que ganas de llorar.  Pienso que es una vergüenza que miles de profesionales se calcen la camiseta verde de la huelga de la enseñanza bajo el lema de la calidad de la enseñanza pública. Por la auténtica, y necesaria, calidad de la enseñanza estos votantes del PSOE, sindicalistas y amigos estudiantes revolucionarios que ondean en las calles la bandera republicana, deberían haberse manifestado en contra de la LOGSE que paradójicamente  elaboró el hoy líder de los socialistas, el señor Rubalcaba, cuando fue ministro de educación con Felipe González.
Porque una cosa es la política de andar por casa y en eso los españoles tenemos la mala suerte de soportar a unos políticos nefastos que no están a la altura de las circunstancias, y otra, muy diferente, es utilizar los conceptos vitales, como el de la calidad de la enseñanza, para realizar esa politiquería  barriobajera. Y se lo digo a mi amigo que al final me reconoce que todo es un pretexto, y que las verdaderas motivaciones de tanta gente vestidita de verde, son las de la política de bajas miras. Qué pena para tanto esfuerzo.

1 comentario:

Tío Chinto de Couzadoiro dijo...

Son profesionales del engaño, que, afortunadamente, ya sólo se engañan a sí mismos. Me parecen despreciables, con sus falsas reivindicaciones.